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Un Hombre De Dos Mundos

Hace uno días, se cumplió el 5to aniversario de la partida de papi.

Les dejo esta reseña escrita por mi cuñado, el pastor de la Iglesia Cristiana Oasis De Santiago, Alvaro Rodríguez:


CARLOS FERNÁNDEZ-ROCHA: UN HOMBRE DE DOS MUNDOS

 

Su muerte ha sido lamentada por muchos debido a su gran contribución a la educación y la cultura de nuestro país a través de una trayectoria de más de cuarenta años como catedrático, gestor cultural y ensayista entre otras cosas. Fue conocido como una persona sumamente inteligente, servicial y amigable. Quién más ha sentido su partida ha sido la cuidad de Santiago De Los Caballeros, donde residió por los últimos 54 años, después de emigrar de su tierra natal, Cuba.

 

Muchísimos méritos pudiéramos destacar de él como persona y como destacado intelectual. Son innumerables los que se beneficiaron de su calidad humana y académica. Me considero una de las personas más favorecidas por Don Carlos, ya que me entregó en matrimonio a su hija mayor, Rosana, y desde entonces fui su yerno por más de 26 años.

 

Sin embargo, lo más notable y a la vez desconocido acerca de Don Carlos, es lo que quiero destacar en este escrito, una característica rara que sólo los muy allegados llegamos a descubrir… Carlos Fernández-Rocha fue un hombre de dos mundos…

 

UN HOMBRE BIEN DOMINICANO Y BIEN CUBANO…

 

Carlos Fernández-Rocha vivió a plenitud la dominicanidad. Totalmente embebido en la cultura quisqueyana, celebró las costumbres y tradiciones de aquí y fue un promotor entusiasta  de varias de ellas; participó plenamente de las actividades, preocupaciones y el devenir cultural de las últimas cinco décadas de la República Dominicana. Siempre muy dedicado a contribuir con la educación y la cultura de esta nación… ¡fue un gran dominicano!

 

Sin embargo, cualquiera diría que una persona que tiene más de 50 años residiendo en un país que no es el de su nacimiento ya es más dominicano que otra cosa (si este fuera el caso). Pero esto no sucede con la mayoría de cubanos que he conocido (y he conocido muchos), incluyendo a Don Carlos. Cuando Carlos Fernández-Rocha sacaba su historial y pedigrí cubano: criado en La Habana, nada menos que en el barrio El Vedado, educado en el Colegio Belén, hijo de tabaqueros, nieto de gallegos, veraneando todos los años en su casa de playa en Tarará, salían a relucir cientos de historias, anécdotas, tradiciones familiares, costumbres, valores y experiencias adquiridas que permanecían intactas en su identidad y valor como persona. Bastaba unos minutos de comunicación telefónica con su familia cercana para que se le transformara el habla dominicana en cubana, y cuando se juntaba con algún coterráneo, la riqueza experiencial que este cubano desbordaba hacía parecer como si hubiera salido recién ayer de aquella isla… indudablemente Don Carlos fue bien cubano!

 

UN HOMBRE PÚBLICO Y UN HOMBRE PRIVADO…

(Un hombre del mundo y un hombre de su casa)

 

Todo el que hoy reconoce su persona y lamenta su partida, lo hace mayormente porque Fernández-Rocha fue catedrático de la PUCMM por más de 40 años, por lo que fueron cientos y cientos los estudiantes que pasaron por su aula. Fue además escritor, crítico de cine, ensayista, gestor cultural y conductor de televisión entre otras cosas. De sus muchos aportes a la cultura del país se destacan el haber sido uno de los fundadores de Casa de Arte, también del Concurso de Cuentos de Radio Santa María donde fue jurado desde sus inicios. Fue presidente del Ateneo Amantes De La Luz y también dirigió la Casa De La Cultura de Santiago. Con estos y varios otros desempeños públicos se hizo conocido como un gran impulsor de la cultura y educación en el país, sobretodo en la ciudad de Santiago. Es por esto que para la mayoría Don Carlos fue un hombre del mundo público y un activista intenso del quehacer educativo, social y cultural. Sin embargo para nosotros y los más allegados, Don Carlos fue otro…


Carlos Fernández-Rocha fue un hombre totalmente de su familia, de su casa. Lo de él era cocinar, llegar temprano a su casa, disfrutar de una buena película, salir de vacaciones con su familia con puntualidad sagrada todos los años. Los cumpleaños, aniversarios, días de la madre y del padre, las navidades y demás acontecimientos importantes las disfrutamos intensa y cumplidamente cada vez, así como todo domingo y cada vez que teníamos oportunidad. Su casa fue un lugar de abundantes visitas porque todos sus amigos sabían que encontrarían en su casa un refugio para botar el golpe y, en él y su esposa Evangelina dos amigos para disfrutar de un buen momento… Don Carlos fue un hombre de su casa.

 

UN HOMBRE DEL INTELECTO Y UN HOMBRE DE FE…

 

Aquí venimos a revelar la parte más desconocida de su vida. Mi suegro Don Carlos fue un gran intelectual, un hombre de la razón y la lógica, de conocimientos vastos que incluían el dominio de la filosofía, religión, historia, actualidad, cultura general, y por supuesto, literatura. Con todos estos conocimientos y con los males que vio de primera mano en este mundo, por un tiempo en su vida no entendió por qué Dios permitía tantas cosas en el mundo y no aceptó la presencia y el gobierno divino en esta vida.


Después de haber tenido el mayor conflicto existencial de su vida durante la guerra civil del 65, donde vio de primera mano morir mucha gente, varios de ellos literalmente en sus brazos, decide renunciar a su vocación de sacerdote jesuita y dedicarse totalmente a la vida secular y académica. En ese momento deja la religión, la iglesia, y como me lo contó en más de una ocasión, se decepcionó con Dios y comenzó a tener algo contra Él.


Sin embargo, Carlos Fernández-Rocha tuvo un recorrido espiritual dramático y largo. Dios le salió al encuentro, trató con su vida y fue derribando su pared de enemistad, muy poco a poco.


El primer gran desafío donde Dios se le enfrentó, fue cuando después de tener ya varios años de haber formado una buena familia, estar forjando una gran carrera profesional, haber demostrado ser un buen hombre, y tener aparentemente todo lo necesario para una buena vida; su esposa le dijo un día que tuvo un encuentro personal con Cristo, que lo aceptó con su Salvador y que se convirtió a Él. Esto descuadró su concepto de vida ya que estaba fuera de sus parámetros de lo que lo significaba tener todo lo necesario para vivir. Don Carlos tenía una gran educación, excelente formación humana, una hermosa familia, excelentes amigos y era una persona buena, sumamente íntegra y responsable. Pero ahora ¿Le vienen a hablar de religión? ¿de aceptar a Cristo como Salvador? ¿de conversión y nacer de nuevo? Eso sólo podía ser un fanatismo religioso irracional. Esto fue una gran irrupción en su vida y una decepción. Sin embargo Don Carlos vio como a partir de ahí su esposa se convirtió en una mejor mujer, en una mejor esposa, en una mujer de fe, en alguien que siempre ponía a Dios primero. Evangelina pasó a ser una mujer de un gozo, integridad y firmeza que sólo podían provenir de una fuente especial.


Algo más cambió radicalmente dentro de su hogar, sus hijos comenzaron a ser criados en el temor de Dios, con principios y valores bíblicos, comenzaron a ser llevados infaltablemente a la iglesia y Don Carlos vio como eventualmente ellos, de manera voluntaria, uno por uno, abrazaban un cristianismo activo y muy encarnado en sus vidas. Sus tres hijos llegaron a ser jóvenes con un perfil marcadamente cristiano, llenos de integridad, lejos de todo vicio y disolución, llegando a ser jóvenes ejemplares, rodeados de una generación donde abundaba la juerga, el alcohol, los embarazos indeseados, divorcios tempranos y otros males, Carlos vio como Dios estaba construyéndole una familia ejemplar y libre de tantos males. Un día mientras iba camino a la capital con su esposa, le agarró la mano y le dijo “Doy tantas gracias a Dios que hayas escogido el camino correcto y por ver lo que Él ha hecho de nuestros hijos”. Aun sin entender del todo lo que estaba pasando, Don Carlos siempre apoyó la creencia y compromiso cristiano de su familia.


Pero Dios quería meterse más aun en su casa y mostrarle cara a cara lo que Él puede hacer. A los pocos años de este cambio, su hija mayor Rosana, la primera de sus tres maravillosos hijos, se casa con un pastor, y comienza a dedicar toda su educación y enormes talentos a la causa de la iglesia cristiana. Después ella funda junto con su esposo un colegio de marcado corte cristiano evangélico. Junto con ella, su mamá y sus dos hermanos se convierten en activos colaboradores de la iglesia. Toda la riquísima herencia intelectual y formativa de Carlos Fernández-Rocha, Dios decidió utilizarla directamente en la causa del evangelio. Mientras que Don Carlos seguía incansablemente haciendo aportes en los campos académico y cultural, su familia se dedicó a la obra de Dios.


Luego vinieron los nietos, y en ellos vio la misma espiritualidad y formación cristiana que en su demás familia. Don Carlos quedó totalmente rodeado de personas, ambiente y quehaceres notablemente cristianos y eclesiásticos.


Comenzó a acercarse a la iglesia, aunque siempre había sido amigable y extremadamente respetuoso de las creencias de su familia, de pronto comenzó a hacerse más presente en los intereses evangélicos de su familia. No podía evitar ver el impacto transformador de lo que su familia hacía y la importancia y el gozo que eso les proporcionaba. Esta presencia de la palabra de Dios y de las cosas de Dios en general fueron creciendo en él. Todavía mantuvo escondido en su corazón sus grandes inquietudes espirituales, pero confesó cada vez más positivamente la relevancia de Dios para su vida, las verdades de la Palabra de Dios, y el evangelio de la justificación por la fe. Asistió a varios cursos y reuniones de nuestra iglesia; Se mostró totalmente familiarizado y enterado de todo lo que ocurría. Comenzó a leer la Biblia y orar todos los días con su esposa, a ver a Dios en cada detalle de la vida. En sus últimas semanas de vida, sintiéndose confrontado con la posible realidad de partir de este mundo, confesó enfática y repetidamente que Jesucristo era su única salvación y que sólo la fe en Él era suficiente para el recibir el perdón de sus pecados y la vida eterna. Al final de sus días su preocupación principal fue respecto a su eternidad, al estado de su alma y a su relación personal con Dios. Don Carlos ya no sólo era un hombre de ciencia… se convirtió también en un hombre de fe.

 

Pienso en las pocas personas que pueden asimilar esas dos esferas en sus vidas, a pesar de que a veces parecen tan opuestas. Pienso en los años en los que a Carlos Fernández-Rocha esto le pareció contradictorio, incomprensible y hasta necio. Él fue muy bienaventurado en que Dios no lo dejara en su incomprensión, en su contradicción ni en su “resentimiento”. Dios irrumpió en su vida y en un proceso sumamente lento pero eficaz Dios le dijo claramente: “yo existo” , “yo transformo a las personas” ,“yo soy la respuesta y yo soy lo que te falta”. Esto lo hizo sin que quedara la menor duda.


En su vida se cumplió lo que ya de siglos está escrito en la Biblia. El hombre más sabio y más rico que ha pisado esta tierra, el rey Salomón dijo: Ahora, hijo mío, a más de esto, sé amonestado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne. El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre” (Eclesiastés 12:12-13).


Don Carlos tuvo la dicha de encontrar lo más importante y lo más valioso. Jesús lo dijo de esta manera: Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? (Mateo 16:26). El apóstol Pablo le dijo a los corintios que la palabra de la cruz es una necedad para lo que buscan “sabiduría” y es un escándalo para los que buscan más señales, pero para los que Dios llama y los que creen es poder de Dios (1 Corintios 1:18-24).

 

Carlos Fernández-Rocha tuvo la peculiaridad de ser bien cubano y bien dominicano. Muy del público y muy de su casa. Tuvo la dicha de cultivar mucho la vida intelectual y también de encontrar la fe.

 

 

 

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