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Ensayo #4: Trotadores y Caminantes


Trotadores y Caminantes
Por Carlos Fernández-Rocha

Desde hace unos diez años la sociedad dominicana ha adoptado una nueva moda que al parecer está camino de convertirse en todo un fenómeno cultural de proporciones mayores. Se trata de la moda de hacer ejercicios y en particular, la de trotar o caminar. 
Digo moda, porque en mis tiempos de juventud si alguien salía a correr por la madrugada, como hacen tantas personas hoy en día, lo más que hubieran conseguido es un cartuchazo de un sereno turulato de sueño o que un dueño de casa, madrugador, le echase los perros atrás. Sobre todo si se visten como se visten alguno que otro en estos tiempos.
Ciertamente, antes se hacía ejercicios en cantidad, pero los ejercicios no solo eran eventos sociales de importancia, sino que estaban revestidos de cierto protocolo. Por ejemplo, hace diez o doce años, el plei de Santiago se llenaba en cualquier partido de Aguilas y Licey; los y las jóvenes fanáticas se vestían para la ocasión y desde temprano acudían al estadio. Se conversaba, se discutía se vitoreaba y finalmente, luego de concluido el juego, casi siempre se terminaba la jornada cenando en algún lugar de moda.
Las ligas de softbol florecían entonces por cualquier esquina y en los colegios y liceos se jugaba mucho baloncesto y voleibol. En las playas la natación y, para los que podían y se atrevían, el buceo o el ski acuático. Los cazadores y pescadores, por igual. En fin, se hacía ejercicio no por hacer ejercicio, sino por divertirse socialmente. Ocupar el tiempo en algo que da satisfacción, aunque requiera de esfuerzos y sacrificios.
Además, las bicicletas eran medios de transporte habitual y, por supuesto, regalo obligado cuando el muchacho llegaba a los seis o siete años. Recuerdo que los patines también se usaron mucho en una época, motivo por el que un personaje muy conocido en Santiago inauguró un establecimiento de patinaje que fue muy popular pero rápidamente declinó.
¿Qué hace peculiar la actual moda de trotar o caminar? Nos parece que hay varios factores que llaman poderosamente la atención. En primer lugar, el trotador y el caminante practican deportes solitarios. Tengo amigos que se levantan a horas inverosímiles a trotar porque prefieren hacerlo a una hora en que encuentren tranquilidad y soledad. Por otra parte, los que saben de esto, lo aconsejan, ya que la conversadera hace que no se realice el ejercicio con un ritmo respiratorio regular. Además, no todos corren o caminan al mismo ritmo y esto hace que uno se retrase o que otro se esfuerce demasiado.
Esto no quiere decir que parejas, tríos y hasta pequeños grupos de cuatro o cinco, salgan a caminar o trotar juntos; pero están conscientes que si lo hacen concentrados y en silencio, los beneficios individuales serían mucho mayores.
Por otra parte, estos ejercicios se realizan con fines salutíferos. Es decir, los médicos familiares, los neumólogos y cardiólogos, los internistas y médicos en general incluyen entre las pastillas, inyecciones y jarabes de sus prescripciones, una caminata diaria de treinta a cuarenta minutos...
La razón es sencilla, antes eran pocos los que tenían carro y se caminaba mucho habitualmente. Todavía hoy en día, los habitantes de Nueva York,  Ciudad México o Caracas, caminan normalmente cinco o seis kilómetros diarios en sus ocupaciones habituales, por el simple hecho de que es más rápido trasladarse a pie que meterse en los líos del tránsito. Ellos, en su contra tienen un nivel de polución atmosférica escalofriante del que nosotros, hasta el momento, no tenemos tanto que temer...
De los gimnasios han salido las vestimentas que caracterizan a trotadores y caminantes.. Hay algunos que se disfrazan de tal modo que parece que van a un desfile de carnaval. Otros que adoptan las diferentes piezas de vestir propias de la gimnasia, les da vergüenza mostrar su decadente anatomía y por encima de todo se ponen un ancho poloshirt con la intención de disimular un poco las masas alborotadas. Los sudadores, pantaloncitos cortos, las licras y demás, ya se venden en donde quiera y también hay tiendas especializadas tanto en la Capital como en Santiago en este ramo del comercio al detalle.
Pero de todas las prendas propias para trotar o caminar no hay nada más característico que los tenis, por los que se pagan auténticas fortunas si son de tal marca y tal modelo en especial...El contrabando hace fortunas monstruosas con los tenis que entran fraudulentamente por nuestras fronteras. Las imitaciones proliferan y hay pocos regalos tan apreciados por el dominicano,  que su “pana” de Nueva York se acordase de él y le mandase su par de “tenicitos chulos”.
Por último, no hay duda que los caminantes y trotadores pertenecen a una clase socio-económica. No por el hecho de que las otras clases sociales no puedan equiparse y salir a trotar, sino que aún no ha llegado a su círculo de intereses existenciales. El ciudadano de clase baja o media-baja. Todavía prefiere jugar softbol los miércoles en la liga del Centro...o tranquilamente sentarse en una silla bajo una mata de mango a jugar ese gran deporte nacional que es el dominó.
Porque en verdad, en verdad, les digo que no todos los que trotan o caminan saben y están verdaderamente conscientes de por qué lo hacen. Uno encuentra desde el grupo de chicas que con tres mil pesos de ropa encima exhiben sus generosas y disponibles anatomías... hasta el pobre infeliz diabético que si no camina, simplemente, se muere. Por eso es aún una moda y no un auténtico rasgo cultural, porque lo que no es moda sino realidad cruda es la frenética lucha por la subsistencia que aún libran más de la mitad de nuestros ciudadanos y para ellos el caminar o trotar por las mañanas o al atardecer no será por el momento más que una curiosidad en este complejo paisaje urbano en el que nos ha tocado vivir.

18 de julio de 1997,
Cfr.-

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